Con el inicio de la pandemia por coronavirus, se le empezó a prestar atención a la nanotecnología ya que sus aplicaciones antimicrobianas se convirtieron en el nuevo estándar en la higiene, desde los servicios de cuidados intensivos hasta los hoteles, el transporte y el hogar.

Las nanotecnologías antimicrobianas se tratan de materiales específicamente diseñados de manera microscópica que les confiere propiedades inéditas, entre otras cosas, frente a los virus, bacterias y hongos que causan las más temidas infecciones.

«La posibilidad de poder contar con diferentes tipos de materiales tratados da una seguridad mucho mayor, sobre todo en ambientes que requieren un cuidado particular o que son de mucho tránsito; en un hospital, por ejemplo, contar con una pintura biocida brinda un nivel de protección superior al de una pintura común, aún cuando a esta se le aplique una desinfección permanente», sostuvo la Dra. María Laura Matos, bióloga, especialista en Desarrollos Bioanalíticos.

«En todas partes del mundo existen hoy criterios unificados para determinar la eficacia biocida de un producto, y según esas normas podemos testear en el laboratorio si el producto responde a lo que se dice de él», aseguró Matos.

Bacterias en la superficie

Según la experta, hace varios años que vienen realizándose este tipo de pruebas, pero con la pandemia ha crecido el interés por hallar nuevas y más eficientes formas de protección.

«Está totalmente comprobado que la limpieza de las superficies tiene un papel fundamental en el control de la transmisión de infecciones, principalmente las asociadas al cuidado de la salud. Hoy hay productos para el tratamiento de superficies en base a nanotecnología que permiten que el grado de contaminación sea inferior, de modo que al tener menos carga microbiana también puedan ser más fácilmente limpiables», subrayó la Lic. Stella Maimone (MN.: 37.571, Directora del Grupo Asesor Control de Infecciones y Epidemiología (CODEINEP).

Esta ONG realizó un relevamiento de estudios internacionales donde se mostró que el uso de revestimientos antimicrobianos nanotecnológicos permitía reducir casi a la mitad (47%) la carga bacteriana de las superficies tratadas con nanotecnología en salas de hospital, respecto de aquellas donde sólo se usaban métodos de limpieza tradicionales.

Un principio de acción diferente

Existen ya en el mercado argentino protectores nanotecnológicos aplicables sobre casi cualquier superficie con probada eficacia contra cultivos de coronavirus, bacterias y hongos, como así también aplicaciones muy novedosas en medicina, tales como apósitos autodesinfectantes con partículas de plata capaces de controlar el peligroso problema del “pie diabético”: lesiones perforantes de rápida infección en las extremidades inferiores, que suelen llevar a la amputación en personas con diabetes. «Las nanopartículas de plata son hoy por hoy las de uso más difundido en materiales que tienen un poder desinfectante per se», explicó María Emilia Villanueva, investigadora asistente del IQUIMEFA/CONICET, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

«Luego hay superficies nanoestructuradas, que tienen la superficie de alguna de sus caras estructuradas con partículas nanométricas que contienen algún antibiótico encapsulado, y ese antibiótico sale para ejercer su acción –agrega–. Pero no es lo mismo que aplicar el antibiótico directamente, en cuyo caso se termina la acción enseguida: en una superficie nanoestructurada se puede lograr que se libere de a poco y que la actividad antimicrobiana sea constante«. En este caso, la nanotecnología viene a potenciar la eficacia y eficiencia de moléculas desinfectantes o antibióticas ya conocidas (diclosán, amonio cuaternario y otros), prolongando su efecto por mucho más tiempo.

Efecto prolongado en el tiempo

¿Cuán resistentes son los nanomateriales al paso del tiempo? O, lo que es lo mismo: ¿Cuánto tiempo dura la protección que estos productos brindan? En principio, mucho más que cualquier desinfectante químico. Hay revestimientos para superficies rígidas que aseguran ese efecto durante más de un año con una sola aplicación.

Como son muy versátiles en cuanto a la forma (pueden ser cerámicos, plásticos, geles, líquidos, entre otros), las técnicas para determinar la durabilidad en cada caso varían también. En telas tratadas con nanomateriales –que normalmente no alteran la textura ni el color–, se somete a las muestras a diferentes ciclos de lavado para verificar que sigan teniendo capacidad biocida al final. Así, por ejemplo, quedó establecido que la eficacia antimicrobiana de la tela de los erróneamente llamados “barbijos del CONICET” (desarrollados por una empresa argentina con apoyo técnico del organismo público) se mantiene después de diez lavados, pasados los cuales su eficacia preventiva sería la misma que la de cualquier tapabocas.

Para los materiales no porosos y las superficies hay ensayos realizados a lo largo del tiempo y otros donde se los somete a desgaste o abrasión, para luego volver a testear la capacidad antimicrobiana, señaló la Dra. Matos.

La nanotecnología es una revolución tecnológica que ha llegado para quedarse y, a diferencia de lo que se suele discutir sobre otras innovaciones tecnológicas, viene realmente a resolver problemas que nos estaban preocupando, y ofrece un beneficio inmediato y tangible para la salud de todos, ya que permite mejorar los estándares de cuidado de la salud en espacios públicos, en centros de salud y medios de transporte, en el trabajo y en el hogar.

En el transcurso de la actual pandemia han pasado de ser una “promesa” a ser una realidad muy concreta, imposible de soslayar o de ignorar para quienes establecen los estándares y protocolos de los que depende la salud de la población.

Fuente: Ámbito